«Es un gran avance», decía ayer José Luis Soto. Fue este vecino del barrio y pensionista quien lanzó la idea hace un par de años al ver que el Centro Social de Luis Mariano que él frecuentaba «está ya saturado. Todo el mundo quiere ir, quiere hacer actividades y no hay sitio para todos»

De ahí que nazca ahora este nuevo servicio que será un punto de encuentro pero del que se espera que, en un futuro, «sirva para que se cree una asociación de mayores» de toda la zona de influencia de este nuevo centro social: Anaka, San Miguel, Pinar y Anzaran. Una asociación de mayores similar a las que ya operan en Ventas (Zelaiburu) y Belaskoenea (Soroxarta). «Puede ser el punto de encuentro para organizar grupos del programa Tipi-Tapa», aventuraba Cruzado sobre esta iniciativa que pretende impulsar las salidas a andar por grupos con el doble objetivo de la actividad física y la socialización. «Hay muchos mayores del barrio que salen a andar y pueden tener aquí una referencia donde encontrar otras personas para hacerlo en compañía», completaba Barral.

Soto, por su parte, quiso insistir en dos aspectos del local. Por un lado que en su funcionamiento vespertino, se trata de un «centro recreativo, lúdico y de uso gratuito», incidiendo especialmente en lo último. Por otro, que «debemos exigirnos como usuarios el máximo respeto a las instalaciones porque hacer esto y mantenerlo cuesta dinero».

El barrio de San Miguel estrenará el lunes próximo, 3 de marzo, un centro para mayores. No será tan grande como los actuales de Luis Mariano (en el centro) o Iraso (en el antiguo hospital), pero nace con la misma vocación: atender a los mayores, servirles de punto de encuentro y ofrecerles actividades que puedan ser de su interés.

«Es un ejemplo de trabajo en red», aseguraba ayer la delegada de Bienestar Social, Maite Cruzado, en la visita al local que acogerá el centro, en el número 5 de la calle Javier Esteban Indart. «La idea surgió de un vecino de San Miguel que veía que el centro social de Luis Mariano estaba saturado. La AVV de San Miguel canalizó la propuesta al Ayuntamiento, al área de Participación», explicaba el delegado del área, Pedro Alegre. En coordinación, la asociación vecinal y este departamento municipal buscaron la ubicación adecuada. «El área de Obras intervino para reformar el local conforme a las necesidades que las distintas partes identificaron. Entre Participación, AVV y Bienestar Social hemos determinado cómo funcionará en su lanzamiento, aunque serán los propios usuarios quienes poco a poco vayan ajustando la mejor manera de funcionar». Además de todas estas alianzas, «Cáser nos ha ofrecido la posibilidad de que los usuarios de este centro puedan acceder, si les interesa, a algunos servicios complementarios en la residencia», en la paralela calle Anaka, «servicios que se ofrecen en Luis Mariano o Iraso pero que aquí no se pueden plantear inicialmente por la limitación de espacio», explicaba María José Barral, presidenta de la AVV de San Miguel.

Al menos en principio, la gestión del nuevo centro se repartirá entre el Ayuntamiento y la AVV. Por las mañanas, será la propia entidad vecinal quien organice actividades allí. «Vamos a traer aquí, al menos de momento, dos actividades que están orientadas a mayores, como gimnasia de mantenimiento y francés», anunciaba Barral. Por la tarde, «habrá un servicio de dinamización a cargo del Ayuntamiento», comentó Cruzado. Es el punto de partida. «Veremos cómo funciona y que piden los usuarios. La idea es que sirva para los mayores de San Miguel, Anaka, El Pinar y Anzaran. Son unas 15.000 personas», que representan la cuarta parte del total de la ciudad. «Hay muchas expectativas por parte de la gente», añadía la presidenta de la AVV de San Miguel. «Esperamos que funcione y que del uso salgan nuevas cosas». «Ya hay», advertía Maite Cruzado, «personas que se han interesado por promover algunas actividades concretas», de creatividad artística, informática...

Inicialmente, el local se abrirá por las mañanas solo para las actividades de la AVV mientras que por la tardes tendrá horario de 16.00 a 20.00 horas, con acceso libre para todos los pensionistas que podrán «jugar la partida, charlar, usar ordenadores... Un centro recreativo para mayores en el que, por supuesto, no habrá que pagar ni un euro», quiso subrayar José Luis Soto, el vecino del barrio que lanzó la idea de este centro social y que ayer a acompañó a Cruzado, a Barral y a Alegre en la presentación del nuevo servicio.

Antes de acabar, la representante vecinal agradeció este «nuevo servicio que el Ayuntamiento incorpora al barrio» y recordó que «los comienzos son difíciles y que habrá voluntarios de la AVV metiendo horas para que esto funcione, a los que hay que agradecer también su trabajo sin llevarse nada a cambio y su buena disposición».

Uno de los efectos más invisibles de la emigración se encuentra en las dificultades de las personas para homologar sus títulos académicos. El caso ejemplar es el del licenciado que, por no tener reconocida aquí su formación, carece de oportunidades para trabajar de manera cualificada. La realidad va mucho más allá; es algo mucho más básico y más generalizado. Bidasoa activa, dentro de la iniciativa Resot (Responsabilidad Social Territorial Transfronteriza) organizó junto a Adiskidetuak y Bidez Bide (ONG donostiarra centrada en la integración), una charla para informar sobre los pasos que deben darse para poder conseguir la homologación.

La casuística es diversa. Casi infinita. «Depende mucho del país de origen, de si es europeo o no. Y si no lo es, las situaciones cambian mucho en función del país del que se trate», explica Katya Reimberg, la miembro de Bidez Bide que ofreció la charla. Además está aquello que se quiere homologar, que dista enormemente según los casos. «Por eso, lo que hacemos es dar unas explicaciones generales y luego preguntas particulares de los asistentes y una antención personalizada para quien nos lo pida».

Fabricio Córdoba ha venido con su familia de Quito, Ecuador. «Hice allí lo que aquí llaman Bachiller y me gustaría continuar mis estudios haciendo una carrera universitaria. Se me daba bien estudiar y querría hacer Ingeniería o Arquitectura. Pero para poder empezar, debo homologar lo que estudié en Quito». Similar, pero diferente, es el caso de Diana. «Estudié en Colombia hasta el Grado 11, pero no lo tengo homologado. Quiero hacer una formación profesional de Peluquería y Estética, pero me piden titulación de Bachiller. Es la que tengo allá, en Colombia, pero si no lo homologo acá, no me puedo inscribir».

Aida, nacida en Nicaragüa, también participó en la charla. «Yo estudié Contaduría pública y finanzas y es lo que quiero homologar. En primer lugar, si lo hago, podría continuar mis estudios, pero además, podría intentar conseguir trabajo en algo que requiera esa cualificación, que la tengo, pero ahora no puedo optar». Son tres de las treinta personas que acudieron a la charla

Reimberg comenta que el proceso de homologación cambia bastante en cada caso, «pero siempre es un proceso burocrático complicado». Desde hace cinco años Bidez Bide está dedicando un gran esfuerzo a este asunto porque «es un gran problema». En este tiempo, han atendido a «680 personas, una media de 120 al año. Todas ellas han iniciado el proceso de homologación y ahora estamos intentando recabar información para saber cuántas lo han conseguido». Además de ayudar a quienes lo necesitan, en Bidez Bide se han marcado un objetivo concreto: «queremos desmitificar que las mujeres inmigrantes que llegan aquí son analfabetas y que por eso sólo pueden trabajar en casas. Es falso. Casi todas tienen estudios y muchas estudios medios o superiores. El problema es que al no tener la homologación, no consta que tengan nada y carecen de cualificación laboral. Ésa es la realidad».

Dada la importancia de homologar los títulos, «nuestra recomendación es empezar con la homologación lo antes posible, en cuanto se llega al país. Entendemos que nada más llegar, las personas tienen otras prioridades (vivienda, trabajo, a veces el idioma, etcétera) pero es importante empezar a dar los primeros pasos en esto». La razón es que «las dificultades son grandes y a veces hay obstáculos aún mayores: idiomas diferentes, planes de estudios modificados, colegios o universidades que han cerrado, problemas que pone el país de origen... Pero siempre hay un camino y les animamos a no desistir, porque es muy importante y puede hacerse».