IRUN - Alberto Couto está a punto de empezar los ensayos de la nueva obra que va a llevar a escena Los Rotos, titulada Un golpe suerte, meses después de recibir, en noviembre pasado en Madrid, el Premio al Mejor Actor del Festival de Cine sobre la Discapacidad de Collado Villalba (Fecediscovi), que fue para él “una experiencia increíble”.

-Totalmente, tanto que supe desde muy pequeño que quería dedicarme a esto. Hice la EGB en ASPACE-Goienetxe y un día, mi grupo fue integrado en el colegio de Ibaeta, como uno más. Allí montamos, como actividad extraescolar, una pequeña obra de teatro. Tendría yo 10 u 11 años. Supe que quería dedicarme a eso. Luego estuve en la Administrativa de Irun y allí también me enganché al grupo de teatro. Cuando dejé los estudios, me apunté a los cursos de Legaleón Teatro, donde tuve como maestros a Patxi y Ana Pérez, a Arantxa Ezquerro y a Espe López.

-Hace ya bastantes años. Solía juntarme con un par de amigas a hacer el payaso entre nosotros, una vez al mes. Decidimos dar el paso de hacer clown y creamos un grupito, llamado Ibilki, con el que hacíamos esas locuras pero en la calle. Por ejemplo, ponernos en un semáforo e invitar a la gente a cruzarlo hacia atrás, o bailando la conga... Hacíamos también una especie de mercadillo, en el que vendíamos antifaces y abanicos de cartulina a cambio de besos y abrazos. Era algo alucinante, porque la gente respondía muy bien. Me encantaba y decidí dedicarme en serio a todo esto. Hasta hoy.

-Proyecto Perfectos cuenta la historia de cómo fue el proceso para montar y llevar a escena Perfectos, la primera obra que hizo el grupo Los Rotos y en la que, precisamente, los protagonistas son personas discapacitadas. En realidad, de los cinco personajes, solo dos lo éramos de verdad, porque no se pudo encontrar a los actores. Es la aventura de tres años de trabajo, con actores que vivíamos en distintos puntos, con las dificultades que tuvimos en el camino, como la más dura, que fue el fallecimiento de Patxi Hermosie, nuestro director. Félix Martín Cámara, el director del documental, me conocía y nos propuso la idea de rodarlo.

-Fue una experiencia bestial, un fin de semana en el que tanto el festival como la gente que allí nos encontramos nos hicieron sentir algo maravilloso. Félix Martín me llamó un día para decirme que estaba nominado como mejor actor y que tenía que ir a Madrid. Cogí el tren con un amigo y allí nos plantamos. Los otros nominados eran un chico que actuaba de una manera increíble, hablando en lenguaje de signos, y nada menos que Miguel Rellán, un actor veterano y muy reconocido, que tiene una carrera profesional larguísima. Cuando dijeron mi nombre como ganador, me emocioné mucho. Este premio ha sido un espaldarazo, un reconocimiento de gente que no me conoce y ha valorado lo que hago. Además, como presidente del jurado, Imanol Uribe nos felicitó, por el documental y por mi actuación. ¿Se puede pedir más? Hasta ahora, era la gente de mi entorno la que me decía que lo hacía bien. En ocasiones, tienes esa duda de si es tan verdad o te lo dicen en parte por ser amigos tuyos.

-Evidentemente, no puedo correr y mi artrogriposis me impide, por ejemplo, mover una mano. Pero en escena, bajo esos condicionantes, me siento un actor más y suplo esas carencias con otras cosas, como la expresión facial. Las auténticas barreras son las otras, las de gente o programadores que ven un problema, por así decirlo, en el hecho de que un grupo de teatro tenga a un discapacitado en sus filas. Las barreras me las he encontrado fuera de escena, en esa faceta, pero no a la hora de actuar.