Quién no conoce a alguien que ha renunciado a una VPO, a alguien que le ha tocado estando en la lista de espera o a alguien que, estando en esa lista, ha recibido el ofrecimiento y ha acabado por renunciar por lo mismo que el adjudicatario original: las cuentas no salen, sobre todo, las de las entidades financieras.

Pero como en todo, la casuística en el universo de las VPO es de todo menos homogénea. Hay cientos de casos y cada uno es diferente. Hay quien encuentra el problema al principio: despues de dar mil vueltas, no tiene capacidad para afrontar la entrada ni banco ni caja que se la financie. Se acabó. Qué corra la lista. En ese primer embite financiero, hay quienes responden con su ahorro propio, o recurren a la familia. Otros, como Andrés y Liliana, afrontan ese primer pago recurriendo a un crédito. En su caso, la suerte les visitó en 2007, en el sorteo de las VPO de Alzukaitz, en Palmera Montero. «Pagamos la entrada con un crédito que nos dio un banco, pero al llegar el momento de pagar el resto, mi mujer se había ido al paro y nos denegaron la hipoteca». Ni piso, ni dinero de la entrada. «La constructora nos dijo que nos lo devolverían si llegaba otro y pagaba la entrada de esa casa». Y no llegaba. Un camino duro, que incluye denuncia de la entidad financiera y que podría resolverse «muy pronto, porque parece que pueda haber un interesado en esa vivienda». Confía en que esta vez se solucione para bien porque, «como seguíamos apuntados, estábamos en este sorteo y nos ha vuelto a tocar y ahora sí nos darían la hipoteca si resolvemos lo de Alzukaitz».